A veces creemos que florecer es un acto suave, armonioso, algo estéticamente correcto. Que todo lo que nace de nosotras debe hacerlo en orden, limpio, sin grietas. Pero la vida no es así. Nosotras no somos así. Las personas en general, hombres y mujeres, no somos así. A veces, florecer también es un caos de emociones desbordadas.
Hay días en los que todo parece colapsar: la agenda, las emociones, los vínculos. Días en los que el cansancio no se quita con dormir, la mente esta obnubilada y el corazón se siente pesado sin razón aparente. Nos decimos que algo anda mal, algo no hace click. Que deberíamos estar “mejor”, que no tenemos de que preocuparnos y solo estamos sobredimensionando emociones. Que alguna situación pasada que todavía nos duele, ya deberíamos haberla superado.
Pero ¿y si no estamos fallando? ¿Y si el caos también es parte del proceso? ¿y si se vale no estar bien para recomponerse?
Hay semillas que solo germinan en tierra revuelta.
Porque de cada caída puede surgir un límite.
De cada enojo, una toma de conciencia.
De cada llanto incomodo, un permiso para estar bien.
De cada crisis, una puerta que antes no veíamos.
No se trata de romantizar el dolor. Pero sí, de reivindicar la verdad: que muchas veces lo que parece final, es solo el primer capítulo de algo distinto y de un nuevo destino que estamos trazando. Que incluso en lo roto hay belleza. Y que crecer, a veces, es desordenar todo para poder reconstruirnos.
Así que si hoy sientes que tu vida no tiene forma, si estás intentando florecer en medio del caos, si sientes que todo es demasiado… bienvenida. Este espacio también es para ti.
No estás sola. No estás fallando.
Estás creciendo… a tu modo.
¿Quieres contarme como afrontas tu caos? Te leo… siempre…
Julio 13 del 2025.
